Extranjeros y Revolución

IMGP1323

Llevo días dándole vueltas en mi cabeza a cómo escribir este post, cómo expresar sin ofender ni aparentar falsas pretensiones. Varias veces me he dicho «mejor lo dejas», pero como sea que vuelvo y vuelvo a ello, aquí va.

Aclaro primero que no puedo considerarme un experto ni estudioso de la realidad cubana; soy simplemente un enamorado de Cuba y de sus gentes que he visitado la Isla en muchas ocasiones y que me he alojado en hoteles, en casas de alquiler, y lo más frecuentemente en casas particulares. Soy allí un simple turista extranjero, un amigo para muchas personas, privilegiado por compartir el idioma y, sobre todo, por sentirme mucho más interesado por las gentes de Cuba y su [sobre]vivir diario que por las atracciones turísticas.

Dicho ésto completo que soy persona de izquierdas y un acérrimo defensor de la Revolución cubana, sin que ello me impida ser crítico, a veces muy crítico -y para algunos demasiado crítico- con muchas de las realidades y acciones de gobierno en la Cuba actual. Hasta tal punto llega la ‘contradicción’ (?) que habitualmente se convierte en un problema, tras una sosegada exposición en confianza de las cosas que no me gustan de allá, contestar a la pregunta «¿y a pesar de todo eso sigues defendiendo al ‘regimen’ en Cuba?»

Pero no quiero centrarme hoy en los elogios o críticas que me merezca la realidad cubana, sino en la percepción que tenemos de ella los extranjeros y en nuestra capacidad -o no- de acercarnos a la que tienen los propios cubanos y cubanas.

Hace tiempo conocí a una persona de Cuba que reside en España hace más de 10 años, y que me manifestaba sin tapujo alguno su absoluto y visceral odio al régimen cubano. Esta persona era respetuosa y considerada (y aquí confieso no haber encontrado jamás una excepción en la Isla) con el derrocamiento de Batista y los primeros años de la Revolución; pero modificó radicalmente su sentir tras lo que le tocó vivir a raíz del período especial y, fundamentalmente, lo que le toca vivir día a día a su familia en Cuba. Para esta persona, que en la práctica mantiene durante estos años a su familia lejos de las necesidades básicas con sus remesas, la clase dirigente de Cuba se ha convertido ‘en un grupo de mangantes que viven a cuerpo de rey a costa del pueblo cubano’.

No entro aquí a valorar esa afirmación que he entrecomillado, pero si el hecho de que son ya decenas de ocasiones en las que escucho la acreditación de lo que fué la Revolución en sus inicios, y la creciente desacreditación de lo que viene siendo. Y aunque la crítica de los ciudadanos hacia sus gobernantes es una constante de cualquier país (Cuba no es desde luego la excepción que pretenden los medios capitalistas; y la mayoría de los españoles deberían verlo así tras lo que estamos viviendo aquí) cabe llamar la atención hacia el creciente descontento en Cuba respecto a la disminución constante del poder adquisitivo de los salarios, la disfunción de muchas actuaciones y servicios públicos, y la tendencia a la generalización de la ‘corrupción de bajo nivel’ como medio de complemento salarial y acceso a productos escasos.

Y con el panorama dibujado nos hacemos la pregunta: ¿acaso un extranjero, con una cartera llena de euros y un boleto ya a fecha fija para el regreso a su país, por muy rojo y militante que sea, por mucho que viva en una casa de cubanos compartiendo por un tiempo sus carencias, reúne las condiciones vitales para equiparar su apoyo a la Revolución al de un cubano residente en Cuba? Pues pienso que no, que no las reúne. Ni tan siquiera un extranjero residente que no solo recibe habitualmente su salario en euros o dólares, sino que conserva normalmente la posibilidad de regresara su país cuando lo desee.

Habitualmente en Cuba, consecuencia de ese sovietismo residual del que aún se impregnan algunas estructuras (¡y mentes!), manifestar abiertamente críticas hacia cualquier aspecto o funcionamiento de las estructuras públicas o del poder se consideraba contrarevolucionario y provocaba la automática asociación de quien las hacía con la gusanería. Y si bien en los últimos años se alienta incluso desde las cúspides del gobierno y partido la discrepancia revolucionaria, aún se mantienen obsoletos mecanismos represores hacia determinadas críticas que, al menos para muchísimos, nada tienen de contrarevolucionarias.

Pues bien, tradicionalmente se ha considerado al extranjero y turista con licencia para la crítica aún desmedida, lo cual parece inevitable en un país en el que el turismo conforma una de las principales fuentes de ingresos, y en el que la mayoría de turistas solo encuentran en Cuba un lugar idóneo para sus vacaciones sin tener la más mínima afinidad política. Pero la cuestión que me traigo aquí es referente a los extranjeros que sí tenemos esa afinidad y que en muchas ocasiones nos aliamos a una defensa ciega de la Revolución, normalmente respondiendo a la contrarevolución mediática, olvidando que obviar todas las carencias y renuncias que sobrellevan los cubanos, y no nosotros por muy solidarios que queramos sentirnos, no hace sino alejar las soluciones en las que necesariamente se ha de ir avanzando.

2 comentarios en “Extranjeros y Revolución

  1. …es una buena reflexión, sobre todo transparente y profunda, cierta como el pensamiento de muchos aquí, que no tiene el don de expresarlo con tino, e involuntariamente exacerban, también molestos por no comprender el por qué de tanta corrupción e insensibilidades.
    Suerte que aun tenemos a los líderes históricos conduciendo a Cuba, e increíble a veces que ellos mismos, los menos jóvenes, hacen por el imprescindible cambio de mentalidad para avanzar, mientras otros, no tan líderes siguen atrincherados, talvez porque así les conviene.
    Gracias Javier por permitirme leer esto y compartirlo conmigo, en mi opinión, muy sugerente.
    Gracias de nuevo por amar a Cuba y a su Revolución que es lo más autóctono y grandioso que tiene esta isla caribeña. 1 abrazo fuerte.

Replica a Javier Soler Cancelar la respuesta