Ahora voy a contar un chiste ‘a la cubana’ Ya se de antemano que habrá personas que se enfaden, pero ya os digo que no hay revolución que valga si no es capaz de enorgullecerse de sus aciertos y reirse de sus desaciertos.
Esta es una granja del estado en una provincia cubana que no viene al cuento, en la que al cuidado de un hombre se cría una piara de puercos y puercas.
Y resulta que un año una de las puercas pare nada más y nada menos que 12 lechones, y a todos ellos los saca adelante.
Visitada la granja por el supervisor municipal, le comenta el porquero el singular evento de una puerca con 12 lechones, evento que rápido enorgullece al supervisor de tal manera que en el primer encuentro con el responsable municipal le da cuenta del mismo.
El supervisor municipal, que casi nunca ha tenido noticias tan sobresalientes que llevar a la reunión provincial de evaluación, llega a la siguiente tan contento y ufano, de forma que cuando le llega el turno de novedades y resultados frente al responsable provincial, relata que en granja de su territorio hay una puerca que ha parido y alimentado nada más ni nada menos que a DOCE lechones.
Y tan sobresaliente resulta el hecho, que en la reunión nacional de evaluación de las explotaciones ganaderas del estado, el responsable provincial cuenta al ministro lo de la portentosa puerca que sacó adelante sus doce lechones, hecho extraordinario del que el ministro toma buena nota.
De tal manera que en la primera ocasión en que el ministro tuvo que despachar con Fidel, no pudo sino relatarle con orgullo representante del bien hacer cubano el cuento de la puerca y sus 12 lechones. A lo que Fidel comentó sonriente: «bien, bien, …esa puerca debería recibir los mejores cuidados y alimentos por el afán que puso«
DICHO Y HECHO. Cual si de Ley Fundamental publicada en la Gaceta Oficial se tratara, no tardó ni dos días la orden en llegar a su destino en la granja en cuestión a través del ministro, delegado provincial, delegado municipal, supervisor, y el propio encargado.
Y olvidada (aparentemente) la cuestión, resulta que una vez crecidos y vendidos los lechones, la puerca volvió a preñarse, causando gran ansiedad en el supervisor, que no en el porquero, ante la próxima resolución de la preñez. Hasta que un día de los muchísimos que se pasaba el supervisor por la explotación a preguntar, ya el porquero le confirmó que si, que la puerca había parido. «»BUEEEENO, Y CUANTOS PARIÓ, POR DIOS !!« Ahhhh, pues parió 8 lechones.
«¿¿¿ OCHO LECHONES NADA MÁS ???? » gritó el supervisor. ¿Pero cómo eso, si le dimos lo mejor de todo?. Y el porquero, tan tranquilo él, dijo: «psss, una vez 12, otra 8, así son las cosas …»
El caso es que el responsable municipal volvía enormemente angustiado a la reunión de evaluación provincial, pues él bien sabía que el responsable provincial le preguntaría por el asunto. Y efectívamente, nada más llegar fue interrogado por su superior sobre cuántos lechones había parido ‘la puerca de Fidel’. Incapaz de asumir la verdadera dimensión de la catastrofe, el responsable municipal dijo: «Nueve, parió nueve esta vez!!«
«¿¿¿¿ NUEVEEEEEEEEEE???????» -se preguntó el responsable provincia- «PERO QUE DESASTRE!!!!»
Total, que como era inevitable el encuentro del responsable provincial con el responsable nacional de la cria de puercos, llegó, y el aflijido hombre fué rápidamente interrogado. Y con la misma necesidad de contener la dimensión del desastre, aunque fuera mínimamente, contestó: «Señor, la puerca pario esta vez 10 lechones«
«¿¿¿¿¿SOLO DIEZ LECHONESSSSSSS?????» – pero qué desastre se dijo el coordinador nacional imaginando ya con verdadero terror el momento de tener que informar al ministro.
Momento que llegó, era obvio, y de qué manera, que según llegó el coordinador nacional de la cría de puercos a la reunión anual de evaluación, a una gran sala aún medio vacía, desde el otro extremo ya veía el gesticular del señor ministro que le reclamaba. Y con paso verdaderamente afligido como quien camina hacia su final, al llegar escuchó la pregunta que tantas veces había ya imaginado en sus pesadillas: «Dígame, señor coordinador, la puerca aquella por la que el pasado año se interesó Fidel, ya habrá parido. ¿Cuántos paió pues?«. Y el coordinador nacional, al que le temblaban hasta las moléculas de su cuerpo, no pudo sino minimizar la magnitud del desastre contestando: «ONCE, SEÑOR MINISTRO. PARIO ONCE ESTA VEZ«
La mirada que recibió del ministro le perforó hasta la última molécula temblante de su cuerpo, pero aquél, debiendo guardar las formas en presencia ya de numeroso grupo, fingió despreocupación por el tema. No obstante, y finalizada la reunión ministerial, hubo de despachar novedades con Fidel, habiendo ya decidio previamente que olvidaría al famoso puerco evitando así la incómoda situación.
Y así, bien campechano resultó el despacho de novedades con el líder, quien siempre al finalizar la parte más formal de sus encuentros gustaba de platicar de asuntos más mundanos. Y en esto, que en ese ambiente distendido, y como quien no quiere la cosa e ignora, desde luego, lo que trae la cosa, dijo: «óyeme ministro, ¿recuerdas acaso una puerca de la que me hablaste el pasado año que había parido y alimentado a doce lechones? ¿que fue de ella este año?«
El ministro, que si hubiera podido en ese instante se habría intercambiado el trabajo por cualquier custodio, incluso nocturno, pensó que en últimas el pagaría el lechón ‘extra’ de su propio salario, y le contestó con una voz firme que ni él mismo supo de dónde salió: «CAMARADA FIDEL, LA PUERCA VOLVIÓ A PARIR Y ALIMENTAR 12 LECHONES, POR SUPUESTO !!!!«
Fidel sonrió con satisfacción mientras movía ligeramente la cabeza arriba y abajo, y entonces dijo: Ministro, vamos a hacer una cosa con los lechones de esa buena puerca. Separemos 8 de ellos para el turismo, y el resto para que coma la población.